¿Quiénes somos?
Somos tres estudiantes del pregrado de Historia de la Universidad Nacional de Colombia.
Nos encontramos en la clase Historia Oral y Memoria y decidimos trabajar juntas en el trabajo final para combinar intereses y habilidades y así sacar adelante esta plataforma.
Angie Lizeth Calvo
Soy Angie, tengo 23 años y estoy en 5to semestre del pregrado en Historia. Me encantan los animales y disfruto compartir con ellos y con las personas.
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En mi afán por descubrir la vida encontré en el arte y las manualidades un escape a la rutina diaria, es por ello que dedico parte de mi tiempo libre a crear y enseñar, además de la fotografía.
Verónica Matallana
Hola soy Vero. Tengo 19 años y estudio Historia.
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Encuentro en la historia una forma de entender el mundo y en la naturaleza la expresión de todas las combinaciones posibles de colores y formas.
Estos intereses hacen que me incline sobre la historia ambiental, la cartografía y el diseño.
Laura Grisales
¡Soy Laura! Tengo 19 años, soy representante de Historia y estoy en 5to semestre de Historia.
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Me gustan mucho las ciencias sociales, escuchar las historias de la gente y caminar por toda la ciudad, pero sobre todo, ayudar a las personas que me rodean.
¿Quiénes nos ayudaron?
Juan Camilo Murcia
En la producción de los mapas del proceso de expansión del Relleno Doña Juana.
David Rodríguez y Alejandro Alvarado
En el proceso de creación de material audiovisual (videos y fotografías) y edición.
¿Cuál fue nuestro proceso?
Vero y yo nos encontramos a las 9:30 en la estación de Transmilenio para salir juntas hacia el portal Tunal, estuvimos hablando sobre cómo íbamos a orientar el trabajo de campo, las preguntas que le haríamos a doña Carmen, qué fotografías tomaríamos. Vero llevó la cámara análoga de su mamá y yo una cámara digital que hace rato no utilizaba. Cuando llegamos al portal esperamos a Angie y David aproximadamente 40 minutos, llegaron con Samy y Zeus, sus mascotas.
Desde el portal tomamos un SITP que nos dejó al frente de la fundación, en el camino tomábamos fotos del recorrido y conversábamos acerca de todo lo que queríamos realizar con nuestro proyecto una vez finalizada la clase Historia Oral y Memoria. Lo cierto es que Angie ha estado trabajando con proyectos comunitarios en el sur y sus contactos nos permitieron acercarnos a las doñas. Esto nos causó interés en mirar, no sólo como nuestro proyecto iba a contribuir a visibilizar las iniciativas locales, sino la manera en que después podríamos seguir vinculados con los proyectos.
9 de junio de 2019​
Cuando llegamos decidimos hacer un pequeño recorrido por Mochuelo Bajo mientras la señora Carmen llegaba de la iglesia a la que asiste. Caminamos hasta Mochuelo Alto, pasamos por varias ladrilleras, cultivos de papa y fincas lecheras.
Llegamos a una entrada del relleno sanitario, allá estaba un celador vigilando la puerta y justo entraba un funcionario en su camioneta. Le preguntamos a John -el celador- sobre cómo se sentía trabajar en Doña Juana. Él muy amablemente nos contó sobre los requerimientos para poder laborar, entre ellos las vacunas que debían aplicarse frecuentemente debido al riesgo biológico al que estaban expuestos, y el ambiente de trabajo. En ese momento nos contó de los olores tan fuertes que se sentían en diferentes momentos de la semana. El funcionario habló con Angie y David sobre su trabajo en el relleno y todo lo que tenía que ver.
En esa conversación el funcionario nos contó cómo algunas empresas desechaban prendas y zapatos en perfecto estado partiéndolos por la mitad para hacerlos pasar por basura.
Después de las conversaciones regresamos a Mochuelo Bajo para poder hablar con Doña Carmen. Durante el camino una perrita decidió seguirnos y cada vez que pasaba una moto, se les tiraba a ladrar y morder a los conductores, que nos regañaron varias veces.
Al llegar la señora nos llevó a la oficina de la fundación, cerca de varias carpas llenas de lombriceras y de la casa comunal del barrio. Allá decidimos hablar de manera más privada sobre su historia de vida y la fundación.
La conversación que tuvimos con Doña Carmen fue bastante interesante. Ella casi no habló sobre su historia de vida sino que nos contaba sobre el funcionamiento de la fundación a la cual pertenecía, nos comentaba sobre los líos que había tenido con el distrito e incluso las fallas dentro del convenio de la fundación con la Universidad Nacional.
Nos insistía en la precarización del trabajo de los recicladores vinculados, en la falta de claridad en el presupuesto que “supuestamente” se les fue asignado y que no se veía reflejado. Tuvimos incluso momentos de tensión debido a la posición en que llegamos como estudiantes de la Universidad, y le mostramos que nuestro trabajo no tenía ninguna pretensión de apropiarse de su proyecto. Dejamos claro que Las Doñas estaba enfocado en visibilizar tales proyectos en diferentes poblaciones y comunidades.
La conversación nos ayudó bastante a comprender cómo a veces se nos salen de las manos situaciones tensas que generar emociones dentro de las personas. Incluso nosotras sentimos lo injusto que era ver cómo instituciones tan grandes se aprovechan de proyectos comunitarios y gastan el dinero asignado para su funcionamiento de manera poco clara.
Vero, Angie y yo nos vimos en la Perola para salir al transmi por la 30. En esta oportunidad las tres pudimos hablar sobre lo que llegaríamos a hacer. Yo estaba muy emocionada, pues iba a conocer un lugar completamente nuevo en Ciudad Bolívar. Llegamos a la estación Perdomo y después fuimos a la casa de David a almorzar. Combinamos todos nuestros almuerzos y después de comer mucho, nos fuimos caminando hasta el barrio.
Según recuerdo, caminamos por toda la avenida Boyacá hasta que tuvimos que subir por los barrios. El camino casi no lo recuerdo porque tenía muchos giros y metidas. En algún momento llegamos a una quebradita y le tomamos foto, estaba casi que escondida entre las casas y el cemento. Se veía muy bonita, lo triste fue verla llena de contaminación. Angie nos dijo algo como:
“esa foto no
parece
Ciudad
Bolívar”.
Sorpresas
bonitas del
camino.
26 de junio de 2019
En esa conversación el funcionario nos contó cómo algunas empresas desechaban prendas y zapatos en perfecto estado partiéndolos por la mitad para hacerlos pasar por basura.
Después de las conversaciones regresamos a Mochuelo Bajo para poder hablar con Doña Carmen. Durante el camino una perrita decidió seguirnos y cada vez que pasaba una moto, se les tiraba a ladrar y morder a los conductores, que nos regañaron varias veces.
Mientras ella terminaba de organizar algunas cosas nosotros hablamos con los adultos mayores, nos contaban lo chévere que era poder tener estos espacios para compartir y pasar su tiempo libre. Del mismo modo, nos decían lo incómodo que podía ser a veces tener que realizar sus actividades en la calle debido a que el salón comunal les empezaría a cobrar por el préstamo del espacio. Era muy interesante ver como les agradaba que les tomaran fotos y escucharan lo que tenían para decir. Los abuelitos nos mostraron sus mochilas hechas con retazos de jean y tela, dentro de ella uno guardaba sus herramientas de trabajo y nos dejó tomarles foto.
Fue una experiencia bastante bonita.
Por último, logramos realizar la entrevista grabada a Doña Silvia, ella estaba bastante nerviosa; con sus comentarios y los de su familia nos reímos un rato mientras ensayaban las tomas para posteriormente comenzar a filmar. Cuando terminamos Doña Silvia nos gastó pan con tinto mientras nos contaba más cosas sobre la fundación, los recursos, y lo más importante, las razones por las cuáles ella los ayudaba.
Recuerdo que me dijo que sentía que no podía presenciar la situación de su comunidad sin ayudar en algo; que a pesar de lo poco, ella hacía lo posible para aportar al barrio y buscar cada día crecer más y ayudar a más personas. Ese día salimos aún más contentas y con la iniciativa de seguir visitándola y colaborar en lo que más podamos.
